Entre Columnas
Gracias de que
Martín Quitano Martínez
Todas las cosas fingidas caen como flores marchitas,
Porque ninguna simulación puede durar largo tiempo.
Marco Tulio Cicerón.
“¿Gracias de que papi?” pregunta mi hija de 11 años que frente a las fotografías que, en varias calles de la ciudad de Xalapa, muestran a una feliz pareja gobernante que en el fin de su ciclo de regencia reciben el reconocimiento de quien sabe quien y que ocupan espacios oficiales para dejar patente su agradecimiento.
La respuesta a mi hija implicaba plantearle que yo entendía esos agradecimientos sin rúbrica, como la utilización de recursos y espacios públicos para lo que parece ser tan solo una muestra más de la megalomanía, la autocomplacencia y el culto a la personalidad que ha marcado a la administración que está por terminar.
Razones o especulaciones variadas que podrían justificar tales fotografías al decir que existen múltiples personas que en el ejercicio del poder asumen actitudes que implican actos de inocultable soberbia y vanidad de si mismos, o que se trate de actos de abyección de sus personeros, que les festejan y complacen con hechos de endiosamiento como éstos.
El culto a la personalidad observado en Veracruz en los últimos 6 años, rebasa con mucho lo que hasta ahora las últimas generaciones podríamos haber visto o comprendido. Las acciones a las que debíamos estar acostumbrados por la tan machacona forma de hacerlo extensiva y cotidianamente, cierran este ciclo con estas fotografías que tristemente resumen el patético panorama vivido en este sexenio de adulaciones, auto halagos y ejercicios de gobierno marcados por la escasísima actitud de modestia y sobriedad que cualquier representante popular y servidor público debiera mantener.
El “virtuosismo” del gobernante exprimido hasta el último aliento, sobreponiéndose a un reconocimiento republicano o a felicitaciones sociales reales sobre los desempeños logrados. Es mejor congratularse en el autoengaño de reconocimientos, mandados a hacer a modo, construyendo la mascarada previa a su salida del ejercicio pleno del poder, aunque se prepare la continuidad construida a fuerza de actos irregulares de inobjetable conocimiento de las voces populares.
Gracias de que?, si el próximo gobernante plantea los grandes retos que deberá enfrentar, como conociendo tácitamente el nivel de problemáticas existentes, aunque se dice que se ha trabajado fielmente para cambiar lo existente.
Gracias de que?, si cada vez se hacen más patentes las contradicciones sociales entre opulencia y pobreza, entre corrupción y transparencia o entre seguridad e inseguridad.
El complejo de ser casi divino, de caudillo mesiánico de república bananera vivido en los últimos años llega a su fin, como lo marca la historia siempre para estos casos, con el rechazo amplio y cuando menos con el desdén de una sociedad mayoritariamente harta de los actos que le dieron a Veracruz la oportunidad de ratificar sus atrasos y profundizar en sus desigualdades.
Se termina el sexenio de una representación política manifiestamente retrasada, con vicios y prácticas que aún en los estertores de su final legal, nos muestra como cereza del pastel su desprecio a la verdad y al respeto público y deja en claro que la simulación siempre fue su lugar común.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
“No uso recursos públicos para ganar elecciones…” mira, mira, espero que al menos algún veracruzano lo crea. (Entrevista a Fidel Herrera en el Universal.)
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