Entre Columnas
Simulación y cinismo.
Martín Quitano Martínez.
Probablemente en su pueblo se les recordará como cachorros de buenas
personas,
que hurtaban flores para regalar a su mamá y daban de comer a las palomas.
Probablemente que todo eso debe ser verdad, aunque es más turbio cómo y de qué manera
llegaron esos individuos a ser lo que son ni a quién sirven cuando alzan las banderas.
Hombres de paja que usan la colonia y el honor para ocultar oscuras intenciones:
tienen doble vida, son sicarios del mal. Entre esos tipos y yo hay algo personal..
que hurtaban flores para regalar a su mamá y daban de comer a las palomas.
Probablemente que todo eso debe ser verdad, aunque es más turbio cómo y de qué manera
llegaron esos individuos a ser lo que son ni a quién sirven cuando alzan las banderas.
Hombres de paja que usan la colonia y el honor para ocultar oscuras intenciones:
tienen doble vida, son sicarios del mal. Entre esos tipos y yo hay algo personal..
Rodeados de protocolo, comitiva y seguridad, viajan de incógnito en
autos blindados
a sembrar calumnias, a mentir con naturalidad, a colgar en las escuelas
su retrato.
Canción Algo
Personal
Joan Manuel Serrat
La
simulación es un ejercicio cotidiano en el que se regodea una mayoría de la
clase política, empresarial y de funcionarios públicos en nuestro país, todo o
nada ocurre dependiendo de las circunstancias o hechos que quieran vender. En
este marco hacen uso de sus facultades histriónicas, de poses y discursos que
-según ellos-, solventan las contradicciones de sus quehaceres, de sus cuestionables
actos.
La
capacidad de simular de nuestra clase política pareciera no tener parangón, convirtiendo
a la mentira en una aspiración artística, apostando que engañar a los
ciudadanos es la mejor manera de transitar su carrera política. Pero eso no es
todo, porque si no logran convencer con su capacidad histriónica, siempre queda
la posibilidad de hacer uso del cinismo para salir delante de los aprietos de
su pésima actuación.
El
binomio simulación – cinismo se ha convertido en el manual de procedimientos de
nuestra clase política; prometer sin cumplir para obtener el voto y en la
próxima elección presentarse sin escrúpulos ante los mismos votantes, volviendo
a prometer para incumplir una vez más. Arropados en su desvergüenza, piensan
que todo les está permitido.
En
este proceso electoral todas las impudicias parecen estar permitidas; los
ejemplos son evidentes por ser tantos y tan de siempre.
Muchos
de los simuladores cínicos ya han actuado en diferentes y variados encargos en
los que se han “sacrificado” por sus conciudadanos, por ejemplo, la actual
candidata del indecente partido Verde “aliado” con el PRI del que ella ha sido
digna representante, como calificaríamos la sonrisa de Carolina Gudiño, su
palabrería para ser diputada federal, sino como un claro ejemplo de desfachatez
cuando ha abandonado su curul dos veces para saltar a otro lugar, con el único merecimiento
de sus relaciones con el poder, incluido su nombramiento como presidente
municipal de Veracruz.
O
sobre los casos de Elizabeth Morales o Adolfo Mota, de los carballos o Lagos,
de los cisnes, de muchos candidatos de todos los colores que más allá de la
propuesta, o sobre las ideas que perfilan para su quehacer, solo se refritean
personajes y discursos fáciles de lugares comunes, de ideas huecas, donde
muestran su ignorancia, la simulación y el cinismo de proponer lo mismo que
debieron haber atendido en su anterior encargo y que sigue pendiente, olvidando
la firma de compromisos ante notario público, o las críticas a las banalidades
y excesos de sus ejercicios públicos previos.
Pese
a todo y su fama pública, la mayoría de los candidatos pasean sin recato sus
simulaciones, su cinismo, total las franquicias políticas llamadas partidos son
la gran carpa del circo donde payasean, donde se contorsionan y maniobran,
aunque dentro del circo también hay diferencias, con puestas en escena de
distinta calidad, aludiendo a la más descompuesta por nauseabunda opción partidaria,
el partido verde. La manifestación más vigente de la suciedad de un sistema
partidario que protege y fomenta los intereses personales que goza con la
violación de las reglas y leyes, que se ufana de sus actos impunes, que como
comparsa maloliente de su socio tricolor daña la confianza pública, pervirtiendo
la cada vez más alicaída vida democrática nacional.
Los
momentos electorales de muy bajo y descompuesto perfil, nadando entre los
groseros despilfarros, entre los manejos truculentos, con su violencia paralela
aspirando al goce del pinche poder.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
El estiaje siempre
preocupará, ¿pero y si mejor nos preocupamos y nos ocupamos por nuestras
fábricas de agua?
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