COLUMNISTA DISTINGUIDO.
Prospectiva
¿Ahora los empresarios?
Por JAIME RÍOS OTERO
Independientemente de que tengan o no razón los profesores al
manifestarse con la porfía que se les ha visto en toda la semana, es digno de
registrarse que son las protestas más grandes de tiempos no electorales,
realizadas por gremios laborales y fuera de aquellas demostraciones épicas que
estaban sustentadas en la ideología de los movimientos de izquierda de hace más
de 40 años.
Sólo en los libros de historia y en artículos hemos leído sobre aquellas
épicas protestas de los ferrocarrileros, en los años 58-59 del siglo pasado,
apoyadas por los telegrafistas, los profesores, los petroleros, los
telefonistas, los electricistas, y los minero metalúrgicos, en una unificación
de los trabajadores como no se ha vuelto a ver, apoyada también por
estudiantes, pero firmemente reprimida por el gobierno, y que se considera
desembocó en una derrota para el sector laboral.
Los nombres de Demetrio Vallejo, Hernán Laborde, Valentín Campa, Otón
Salazar y otros, suenan como antiguos resabios de luchadores irreductibles,
comprometidos con las causas de sus representados, pese a los peligros, las
amenazas y las vías de hecho que emplearon tanto Adolfo Ruiz Cortines como
Adolfo López Mateos.
Acá, en plena etapa contemporánea, los profesores no tienen aquellos
liderazgos casi mesiánicos, pero han logrado mantener una fuerte oposición a la
llamada reforma educativa, que en realidad debería llamarse reforma laboral
sobre el sector educativo.
Lo que sí es notorio es que han rebasado a sus dirigencias formales,
porque mientras los secretarios generales de los sindicatos han acudido al
llamado del Ejecutivo en Veracruz y hacen toda clase de campaña informativa,
las bases mantienen suspendidas las clases y han hecho más que notoria su
presencia, que no ha podido ser ignorada por la sociedad.
Aun sin acabarse de desleír el conflicto magisterial, ayer el Presidente
Enrique Peña Nieto presentó su propuesta de reforma fiscal, su cuarta batalla.
Abre un nuevo frente de combate, ahora con los empresarios, porque según las
informaciones que están circulando por la tarde noche, omitió afectar a la
mayor parte de la población con un incremento del IVA a alimentos y medicinas y
lo mantiene en la misma tasa general del 16%; creará un seguro de
desempleo en el país (bien), además de una pensión universal (bien) y eliminará
la exención en el IVA a los servicios de educación (ojo, universidades
privadas).
El cine se encarecerá (mal
por los cinéfilos), ya que se limitará la exención a los espectáculos públicos
sólo al teatro y circo y se gravará con el IVA a los demás espectáculos (de por
sí cobra caro Cinépolis…).
Viajar costará más. Se eliminará
la exención al servicio de transporte público foráneo de pasajeros, pero el trasporte
público terrestre de personas, prestado exclusivamente en áreas urbanas,
suburbanas o zonas metropolitanas, se estima que debe permanecer exento en
todas sus modalidades, incluyendo al servicio ferroviario.
En cambio, se crean impuestos especiales para los refrescos, los
combustibles con contenido de carbono, los plaguicidas, los chicles y los
alimentos para mascotas. También reduce el deslizamiento en el precio de los
combustibles.
Al parecer los que resultarán afectados son los que ganan más, porque la
reforma plantea elevar la tasa del Impuesto Sobre la Renta (ISR) de 30% a 32% para
personas físicas y gravar con un 10% las ganancias en Bolsa y dividendos; homologar
la tasa fronteriza con la del resto del país (¡ya era hora! ganan en dólares y
pagan menos).
Las particularidades sobre la reforma hacendaria irán conociéndose a
medida que sean estudiados los documentos que la integran, pero ojalá que no
veamos ahora a los empresarios sumándose a las protestas de los profesores en
las calles.
A ver qué pasa.
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