Entre
Columnas
Veracruz; la
disputa que ya está.
Martín
Quitano Martínez
La democracia es la necesidad de doblegarse de vez en cuando a las
opiniones de los demás.
Winston Churchill (1874-1965) Político
británico
Las lecciones del 1º de julio son múltiples y claras, es
necesario mirarlas con visión sensible y critica, más aún por aquellos que participan
directamente de los quehaceres públicos y políticos.
La indisposición de significativos grupos personas sobre
la eficiencia de los órganos electorales para contener las notorias
irregularidades en las que se desarrolló el proceso reciente, perfila un
deterioro mayor de una institución que debería de contar con muy altos niveles
de reconocimiento y que sin embargo se ha puesto en duda su capacidad operativa
y de instrumentar acciones para impedir los que al final están siendo mostrados
como graves vicios de actores políticos que no acaban de sujetarse a la ley.
Nuestra democracia, en su debilidad, pasa por pruebas que
no ha logrado superar; en su seno ha venido incubando la sospecha y la
ineficiencia, las incapacidades de los actores políticos para enviar reales
mensajes de cambio en sus comportamientos a la par de consolidar los ejercicios
democráticos en transparencia y rendición de cuentas; el ejercicio y actuación
de los gobiernos que no actúan con seriedad institucional, manejando
administraciones mediocres y corruptas que profundizan las percepciones de las
ya de por si deterioradas figuras institucionales.
La sospecha permanente en la política nacional emana de
ideas básicas asumidas por los mexicanos
como máximas de vida y sobrevivencia: “en este país todo se puede”, “las leyes se
hicieron para violarse” ó “solo hay que llegarle al precio”. En estas ideas se
sustenta gran parte de los comportamientos cotidianos de una sociedad que entre
cómplice, apática y harta, dirime desde algunos sectores, la necesaria
obligación de recomponer los procesos políticos y sociales con nuevas reglas y
nuevos procedimientos y con ello brindarnos posibilidades distintas al desfiladero,
a la obscuridad como destino.
Los resultados hasta ahora validados por la oficialidad
muestran un santo y seña impuesto nuevamente desde la sociedad. Y es que nadie
tiene la mayoría para tomar decisiones unilaterales; al parecer el conjunto
social quiere obligar a la clase política a ponerse de acuerdo, la idea es que
realmente jueguen el papel que les toca de hacedores de acuerdos y salidas consensadas
a nuestros problemas, y algo principal: que cambien la parálisis por acciones a
favor de todos.
Aún no concluye el reciente proceso electoral, y en Veracruz
ha iniciado el camino de la discusión
electoral local; el próximo año tendremos un nuevo proceso que elegirá 212
ayuntamientos y la cámara de diputados, con lo que se configurará el nuevo mapa
de representaciones de la entidad y se discutirán los alcances reales de las
salidas a los significativos problemas estatales.
El ejecutivo estatal ha propuesto la modificación de las
reglas de la competencia y de su órgano arbitral, el Instituto Electoral Veracruzano,
abriendo la discusión para la construcción de condiciones creíbles, que den
certidumbre y que acoten las confrontaciones y las sospechas electorales. Se
requiere revisar esta propuesta, evaluarla con alto sentido democrático y
social, priorizando los temas centrales de la discusión publica como son: el
financiamiento de los partidos y sus campañas, las precampañas, los nuevos
partidos y las reglas equitativas para la representación proporcional, las
alianzas partidarias, las encuestas y su uso y especialmente los propios ordenamientos de operación del
IEV, para convertirlo en algo más que
una oficialía de partes y volverlo realmente un instrumento ciudadano confiable,
que garantice elecciones libres y transparentes. Estos y otros temas tendrán
que debatirse con apertura, tolerancia, responsabilidad y compromiso
democrático.
La urgente gobernabilidad democrática en Veracruz solo
podrá construirse sobre la base de confianzas que se consoliden con mensajes y
hechos claros, con realidades de política democrática y altura de miras, con
visión de estado y empeños que rebasen
los ejercicios cotidianos del discurso y la visión fáctica y sesgada a los intereses
de unos cuantos.
Veracruz y el País están apremiados de actores responsables
que asuman como tales los retos que tenemos por delante, para no caer al
precipicio.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Los cambios en el gabinete de
Veracruz gatopardismo o ajuste real.
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